La filosofía open data en el ámbito cultural

Peter Drucker, uno de los pioneros en la reflexión sobre la sociedad del conocimiento, decía que “innovar es encontrar nuevos o mejorados usos a los recursos de los que ya disponemos“. Visto desde esta perspectiva, nuestro legado cultural es sin duda el más valioso recurso de información del que disponemos y, como tal, su potencial para proyectos de innovación no puede ser ignorado. La filosofía open data en el ámbito cultural abre grandes posibilidades.

¿No podría resultar una fuente de inspiración para los actuales chefs de culto acceder a libros de recetas del siglo pasado? ¿Resultaría atractiva una semana de la moda que evocara trajes de época? ¿Cómo quedaría un videoclip maquetado con fotografías de los años veinte? ¿Facilitaría la labor de los profesores de literatura el estudio de “El Quijote” a través de su edición interactiva? ¿Te gustaría recuperar la carta de embarque a las Américas de tu tatarabuelo?

Desde julio de 2015 la legislación española incluye a bibliotecas, archivos y museos dentro de los organismos obligados a permitir el acceso abierto a sus datos, no solo para usos particulares o de investigación, sino también para fines comerciales. La Ley 18/2015, de 9 de julio, recoge la directiva europea en esta materia, que reconoce el importante papel de estas instituciones dentro de la economía del conocimiento.

Y no hablamos solo de proyectos de digitalización. Se cierra el círculo y la filosofía open data permite apuntalar la vocación esencial de estas instituciones: custodia (preservación de ejemplares muchas veces únicos) y difusión (acceso de los ciudadanos a la información). A su favor, en este nuevo escenario se encuentra una larga tradición de cooperación institucional y, como elemento diferencial, la materia prima de su labor: objetos, documentos, información desestructurada en definitiva, que requiere de complejas operativas de catalogación y análisis para obtener los metadatos imprescindibles para su consulta por cualquiera y para cualquier fin. Cambia con ello el concepto tradicional de catálogo y nuestro patrimonio cultural cobra protagonismo como un activo valioso desde un punto de vista social, pero también económico. Se acorta distancia con el ciudadano y se plantea la posibilidad de nuevos modelos de negocio basados en la explotación de fondos documentales.

De ello se debatió ampliamente en la jornada que tuvo lugar el pasado 5 de octubre en la Biblioteca Nacional de España (BNE), dentro de los actos preliminares de la Conferencia Internacional de Datos Abiertos (IODC 16) que se celebró en Madrid esa misma semana. Bajo el lema La cultura de los datos abiertos, representantes de distintas instituciones culturales compartieron su experiencia y reflexionaron sobre el reto que representa la filosofía open data en el ámbito de la cultura.

Un horizonte abierto a nuevos productos y nuevos servicios elaborados por terceros o auspiciados desde las propias instituciones. Casos de éxito como el portal Mémoire des Hommes sobre los conflictos bélicos en los que ha participado Francia a partir de materiales procedentes de distintos archivos. En nuestro país, iniciativas pioneras como la de la Fundación Juan March, con la creación de un DataLab (Laboratorio del conocimiento) que ha impulsado diversos proyectos de analítica y curación de contenidos a partir de la actividad de su inusual biblioteca de datos. En el eje de la estrategia de reutilización de la información publicada por la Biblioteca Nacional en marzo de este año, el Portal Datos.BNE.es ofrece información bibliográfica tanto al usuario final como al desarrollador informático.

Esta “cultura abierta” perfila un entorno exigente pero también prometedor dentro de nuevos escenarios de uso propiciados por la aplicación en la industria cultural de nuevas tecnologías vinculadas a la gestión de volúmenes ingentes de información.

Principales retos:

  • Interoperabilidad, principal caballo de batalla de estos proyectos. Pasa por el uso de procolos abiertos como el estándar OAI (Open Archives Initiative) y formatos de fichero (XML, CSV, RDF, TXT, etc.) que faciliten la recolección y el volcado masivo de datos y la consolidación de plataformas invocables por desarrolladores de software.
  • Multilenguaje y multicanalidad destinados a facilitar el acceso a la información, al tiempo que se potencia el desarrollo de una capa de presentación atractiva, esencial para cuidar la experiencia de usuario.
  • Sostenibilidad vinculada a la actualización de la información pero también a un interesante debate en torno a las posibilidades de autofinanciación mediante tarifas aplicables a la explotación comercial de los datos.
  • Marco jurídico que regule licencias de uso compatibles con la legislación de copyright que distinga el uso comercial de la explotación para fines educativos o de investigación.

Algunas oportunidades:

  • Soluciones vinculadas al procesamiento de lenguaje natural y el campo de la inteligencia artificial (redes neuronalesmachine learning…).
  • Web semántica y datos abiertos enlazados para la generación de información enriquecida. La búsqueda de un autor en el catálogo no solo obtiene como respuesta sus obras, sino su biografía y cualquier trabajo que hable de él, además de fotografías, cuadros y cualquier material significativo. Europeana es el ejemplo emblemático de estas iniciativas y un icono en la preservación de la herencia cultural de la vieja Europa.
  • Big datageorreferenciación y realidad aumentada con un gran potencial de innovación en servicios al ciudadano, por ejemplo, en el ámbito de los museos.

En resumen, usos directos e indirectos de los productos culturales (sobre la base de conjuntos de datos). El retorno de la inversión ha de valorarse no solo en términos económicos sino también sociales. El ciudadano puede ejercer un derecho (caso de la Ley de Memoria Histórica a través del Portal PARES) o recabar información sobre temas tan diversos como la tauromaquia, la biología o la música (Biblioteca Digital Hispánica). Se vislumbran múltiples aplicaciones en el campo de la educación, el mundo editorial y el turismo. Nuestro patrimonio documental al servicio de particulares y empresas. Como decía Víctor Hugo lo que conduce y arrastra al mundo no son las máquinas sino las ideas“ y nuestro legado cultural es, sin duda, una fuente inagotable de inspiración.

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